El día de ayer, como toda la vida, enfilé al coloso de Avenida Carvallo con la ilusión de un triunfo que nos permitiera seguir soñando con la liguilla y el ascenso. Una ilusión, como la mayoría de las que tenemos en la vida, sin ninguna base tangible, objetiva ni certera. Menos cuando se trata de este Wanderers de la era de las sociedades anónimas en nuestro futbol. La peor SA del futbol chileno.

¿El partido? De pocas luces. Una vez más teníamos la opción de quedar en puestos de liguilla, de locales, con un rival directo, y lo dejamos pasar. A pesar de ello, la agonía se extendía, el empate dejaba aún opciones de liguilla. Al menos eso pensábamos al irnos a dormir.

Pero despertamos, otra vez, con un terremoto en nuestra institución. Lamentablemente en este Wanderers la única certeza que tenemos, es que las cosas siempre pueden ir a peor. Se apellide Ibáñez o Sánchez, las cosas continúan por los mismos derroteros. Mediocridad, falta de profesionalismo, voluntad cierta de provocar daño a nuestro Club.

En los dieciséis años de concesión, salvo el oasis del Clausura 2014 y la obtención de la Copa Chile 2017, esos han sido los “valores” de los mercenarios de turno a cargo de nuestro Club.

Puedo entenderlo de empresarios. Ya sea que sus ingresos vengan de los altos precios que nos cobran en los alimentos o del mal servicio de transporte que entregan a nuestra región. Pero hay una figura que ha estado presente en todos estos años como Director, Presidente, Gerente de la Inmobiliaria, Socio del Club (en un mínimo de justicia, una categoría que ya no ostenta), abogado: Rafael González Camus, quien, cada vez que puede, ha resaltado y resalta su Wanderinidad.

El caso Ubilla y ahora el caso García. ¿Que subyace en ellos más allá de la mezquindad, el sentido del “buen negocio” y el patronazgo de fundo? Los famosos contratos prorrogables. Ya con el caso Ubilla debió quedar claro que no era la fórmula para la contratación de jugadores. En palabras sencillas: traigo un jugador, le ofrezco x cantidad de remuneración, un contrato corto, pero prorrogable automáticamente por jugar una x cantidad de partidos. En una campaña decepcionante varios de los altos sueldos del plantel se encontraban al límite de alcanzar la cantidad de partidos necesarios para la renovación automática. El patrón de fundo impartió la orden: fulano, sotano y mengano no pueden jugar el día jueves.

El profe García, con la dignidad que siempre le caracterizó, escogió competir hasta el final. No hacer caso de esas órdenes. Y fue despedido, dejando un equipo aún más a la deriva y un futuro deportivo aún más incierto.

¿Cuál es la responsabilidad de Rafael González Camus en esto? Bastante. Primero como abogado: debió aconsejar profesionalmente, como correspondía, a dejar de utilizar ese tipo de contratos. En segundo lugar, y aún más grave, como Vicepresidente (y reciente Ex Presidente) de la concesionaria. Rol que sigue ejerciendo hasta el día de hoy, con asistencia perfecta a las reuniones de Directorio de la SA, salvo por la de este día lunes, por motivos de salud de su padre.

Rafael González pretende ser alcalde de Valparaíso. Pasar de manejar los destinos de la institución más importante y señera del puerto, a tomar el timón de la ciudad entera. Un incompetente. Un fracasado, en todos y cada uno de sus roles. El pusilánime y esbirro perfecto para todos y cada uno de los grandes capitales que han construido la paupérrima gestión de la era Sociedad Anónima en Wanderers.

¿Quién gobernara la ciudad si Rafael es Alcalde? ¿Nicolás Ibáñez? ¿Reinaldo Sánchez? ¿Los amigos de Marcela Cubillos y Andrés Chadwick? Por Wanderers y por Valparaíso, los Wanderinos y Wanderinas debemos tomar acciones para impedirlo. Es un deber moral.