El 8 de Noviembre de 1999 cumplí mi deseo de embarcarme, luego de pasar las pruebas respectivas en la Armada, tomo mis cosas y me subo por fin al vehículo que regiría mi vida por varios años. Mis padres no miraban con buenos ojos mi decisión, pero ya estaba tomada y mientras se alejaba más el barco de Pancho Gancho, mi casa se transformaba en el océano y mis familiares un par de desconocidos que se encontraban en el mismo lugar.
El 2001 arreglar todo y bajarme de mi travesía, jugaba Wanderers en el Nacional, hace treinta y tantos años que el equipo del puerto no peleaba estas instancias, era mi deber estar ahí. Les intenté explicar a los japoneses lo que era el Decano para mí, no pudieron concebir mi relación con el club de Valparaíso.
Soy wanderino a la fuerza, de los tiempos negros, donde se vivía el descenso día a día, mi Padre me inculcó este amor por el equipo. Siempre estuve en la barra, donde no veía nada y apenas los jugadores se divisaban, en la parte apegada a Pacífico me juntaba con los mismos de siempre y el 2002 comienza un proyecto escrito que sería el “AGUANTE” el cual incluía bromas entre nosotros, se alcanzaron solamente a realizar 500 copias de mi primera incursión relacionada con Wanderers más allá de ser hincha.
Posteriormente vino el trapo “si quererte es sufrir, sufriré eternamente” al igual que el lienzo FPSW y la bandera de Arabia Saudita. Mi apego con Wanderers fue todo eso y mucho más con el tiempo.
Hombre de mar, el año 2009 mis días embarcado terminaron luego de un accidente que cambió el rumbo de mi vida por completo. Luego de realizarme los exámenes correspondientes y señalar que no tenía nada más, el barco de todas maneras decide zarpar sin mí, aprovecho de ir a San Marcos de Arica con Wanderers en el Sausalito ese mismo año para despejar un poco la mente.
Ese día me fui a negro en Viña del Mar; ya en el hospital, temí que tuviera algún tumor o que las consecuencias del accidente en el barco eran más graves de lo pensado, son las veces donde uno se acuerda de Dios y se encomienda a él para que todo salga bien.
Nuevamente en casa, alguien que está acostumbrado a ver constantemente la inmensidad de la mar y el sentimiento de libertad que ella llama, no podía dejar la casa porque el COMPIN dijo que vendría a verme… nunca vinieron. Buscando recortes y papeles antiguos, junto con los diarios del 2001 y el especial del Triunfo sobre el torneo, encuentro los primeros números del AGUANTE.
Me embarqué ahora en esta nueva travesía, con grandes logros y pese al ninguneo de algunos seguimos aquí.
Todo esto se vino a mi cabeza en el partido con Huachipato hace algunas semanas, siempre luego de darme una vuelta por el estadio entro a la cancha para seguir el partido, justamente en esta ocasión decido ubicarme un poco más delante de lo normal al costado derecho del arco norte de Playa Ancha, había quedado en la semana una silla roja botada lo cual sirvió para instalarme de mejor manera en esa ubicación. De iniciar con una fotocopia entre amigos para el hueveo, a no encajar con el perfil de Wanderers ahora a ser un medio autorizado por la ANFP, todo esto en un corto período de tiempo.
Paso a observar el partido por primera vez de esa posición, llevé la cámara para hacer un atisbo de sacar fotos pero lo único que recordaba eran mis días como hincha en galería, donde pese a los malos momentos seguía estando ahí.
El partido era ajetreado, reñido y se divisaba al 8 con más ganas que nunca de hacer lo que más le gustaba, jugar fútbol y más si era por el equipo de sus amores.
El cuadro de la usina decide incursionar en terreno local, pero en un lance Jorge roba metros antes de la línea central el balón, sale disparado y la defensa solo retrocede mientras por los costados lo acompañan sus compañeros de equipo. El público de Playa Ancha queda al borde de sus asientos, es una carga importante, el 8 de los verdes decide abrirla hacia el costado derecho, la intercepta Michael Silva y en el vértice del área centraliza el balón donde aparece “figura” quien toca el balón batiendo al portero Muñoz.
El estadio estalla, el de Gómez Carreño, el que se escapaba al puerto para ver a su equipo, Jorge Ormeño, vestía nuevamente la camiseta verde y se matriculaba con un gol. Sale corriendo hacia la dirección donde me hallaba, yo soy el único que se encontraba sentado en ese lugar. El cielo era verde y explotaba el estadio, era el retorno soñado, Ormeño levanta los brazos de alegría se da vuelta y ve que el árbitro había cobrado off side por lo que la vuelta soñada no había logrado plasmarse como cualquiera hubiese querido.
En ese instante, recordé mis inicios como hincha wanderino; del hombre que me hizo fanático de este club y me heredó lo más valioso que fue este sentimiento, mi Padre que ahora descansa eternamente y que si estuviera aquí conmigo seguro estaría orgulloso de mí. Pensé en todo lo vivido y en todo lo que vendrá.
Por Gonzalo Cortés, AWANT3
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