El ascenso de Wanderers en 1989 es sin lugar a dudas uno de los más recordados por el hincha caturro. La definición frente a Unión San Felipe se jugó en un estadio Sausalito repleto y existió un ambiente especial durante toda la semana previa al partido: el puerto sólo hablaba de la posibilidad del ascenso de Wanderers. Ese día el Decano empató 1-1 en los 90 minutos. Posteriormente, se vino el vendaval verde y Wanderers le propinó un 4-1 categórico a los del Aconcagua y dio rienda suelta al carnaval caturro desde Viña del mar a Valparaíso. El Decano nuevamente volvía a Primera división, luego de algunos años postergado en la B. En dicha ocasión, quedó inmortalizado en una fotografía el momento en que un jugador caturro con el puño en alto celebraba eufórico el paso a la división de honor del fútbol profesional.
Nacido el 20 de junio de 1965 en Paraná, Argentina, Víctor Hugo Amatti ha sido el único argentino en ascender dos veces con el Decano. De perfil zurdo y usando el 6 en la espalda, se caracterizó por ser un jugador aguerrido, que luchaba cada balón como si fuese el último. Pese a ser extranjero, el hincha porteño se sentía identificado por su estilo de juego, por lo que en poco tiempo se ganó el cariño de la parcialidad verde.
A continuación el testimonio de un jugador que supo defender los colores del Decano como un wanderino más.
“Los recuerdos que tengo son los mejores de mi vida. Estuve en circunstancias difíciles en esos años, la desesperación por volver a primera era extremadamente rápida. Llegué en ambos torneos, 89 y después en 95 llegué justo en la mitad del torneo. Wanderers estando octavo por coincidencia de la vida y yo el último refuerzo, cosa de dios.
En el 89 perdimos 6 a 0 con Palestino y la cosa se ponía difícil, muchos muchachos eran de ahí y sufrían mucho, por el resultado, por las cosas que les decían, pensando que muchos eran jugadores e hinchas fanáticos del club. Fue muy difícil en esos días, pero salió la unión y el compromiso que teníamos por el club y su gente. En nuestras charlas de vestuario a diario siempre estaba presente el sacrificio de la gente por ir y seguir a Wanderers, y nosotros en realidad los estábamos decepcionando. Así nos propusimos entrenar más, cuidarnos cada uno en su casa, tratar de no salir y después en los partidos redoblar los esfuerzos para que las cosas salieran. El apoyo del cuerpo técnico y el de los dirigentes fue muy importante, porque uno sabía que el del hincha lo tenía seguro. Las cosas empezaron a salir mucho mejor, fuimos creciendo como jugadores y como personas. Ese grupo fue el mejor que tuve y el resultado lo dice todo.
En el 95, si bien jugué 8 partidos de 14 como titular, el grupo era bueno, pero no como el anterior. En el anterior llegábamos en micro (risas) y en el 95 en auto. Bueno, eran otros tiempos. El partido que más recuerdo es el que jugamos en cancha de Colo Colo y empatamos con Audax Italiano. Yo era como el DT, por que Siviero estaba expulsado. Daba indicaciones y más o menos en el minuto 70 y con un par de resultados en otros partidos, nosotros subíamos a Primera igual que Audax. Es ahí que yo entro juego y empiezo a decirle al árbitro primero, y a los jugadores rivales y nuestros de esta situación. Fue gracioso… creo que no pasamos ni nosotros ni ellos la mitad de la cancha. Fue el día recordado que Audax daba la vuelta para un lado y nosotros para el otro. Hecho histórico.”
Anécdota con Jaime Bahamondez
«Nos juntamos un par de veces en mi casa con Jaime Bahamondes, «huevo» Vásquez, Gustavo Poirrier y el «loco· Zapata. Mi señora le ponía al estanque de agua del baño un perfume, vos tirabas la cadena y salía el perfume. La cosa fue que era de color azul y en una de esas juntas, en un momento tomando algunas cervezas a Jaime Bahamondes le dan ganas de ir al baño. Va y se demoraba, entonces voy hasta el baño, sale y me dice estoy enfermo, yo le pregunto qué te pasa y me dice ‘estoy meando azul’. Fue la risa por un buen rato, hasta que le expliqué.»
En cuanto a los momentos de su paso por el puerto que aún guarda en su memoria, comenta que “los recuerdos de la gente son los mejores. Conmigo siempre fueron respetuosos como yo lo era, cordiales. Si iba a algún lado querían que no pagara. Eran espectaculares, y el lugar ni hablar, mi hijo nació ahí, se llama Jean Pierre, hoy tiene 21 años y es jugador de fútbol. Me muero si juega algún día ahí. A Valparaíso lo recuerdo como una ciudad majestuosa, sus cerros, sus casas pintorescas, el mar, su puerto… una maravilla de cuidad, incluida su gente. Uno de mis sueños, ahora más viejo, es poder volver con mi familia (mi mujer Graciela y mi hija Chantall de 18 años, nacida en la Serena), a esos lugares y poder recorrerlos. Lugares que caminé, yo no tenia auto. Poder disfrutarlo mejor, la cancha, la plaza. Un par de veces me tomé la micro que recorría de Viña a Valparaíso por los cerros. Para mí era fantástico, esas calles ajustaditas y las casas pegaditas al vacío. Un poco maravillado y otro asustado… en fin, los mejores momentos y gracias por hacérmelos recordar. Es un poco sintético y lástima que no se pueda describir el amor que tengo por Wanderers,y Chile. Sabe dios cuánto amo a ese país. Dios los bendiga y esperando se pueda salir de esta situación, con mucha unión y compromiso se puede. Un abrazo, Víctor Hugo Amatti.”
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