Es un día perfecto para salir a caminar por Valparaíso, muchas familias disfrutan de la bella vista y del buen clima para hacerse fotos y salir a comer con los suyos en la ciudad puerto. Ezequiel Luna camina ente ellos como uno más, con sus tres hijos y su esposa Celeste que nos pregunta cómo lo hacen los porteños para subir y bajar cerros todos los días.
Así es el jugador trasandino, humilde, accede inmediatamente a las fotos de los hinchas y saluda cordialmente a quien le muestra su apoyo por las buenas actuaciones y reconoce el buen juego del cuadro de Emiliano Astorga. Subimos el ascensor Reina Victoria y todos disfrutamos de la hermosa vista de Valparaíso, mientras tanto sus pequeños juegan en el Paseo Dimalow, cosas sencillas que demuestran que a pesar de haber jugado en una de las mejores ligas del mundo, el ‘Eze’ sigue siendo el de siempre.
Luna vive con su familia en Con Con, a pesar de vivir un tiempo en Viña no se pudo adaptar, el defensa no se siente cómodo viviendo en un departamento, por lo mismo prefiere arrendar una casa. «Con Con está medio de todo, puedes ir a entrenar y también puedes viajar a Valparaíso, Viña» afirma el jugador que nos cuenta que le gusta dedicar mucho tiempo a los suyos, educar de la mejor manera a sus hijos siempre poniendo a Dios por sobre todas las cosas.
Sus inicios
Ezequiel Esteban Luna nace en Villa Gobernador Gálvez, provincia de Santa Fe, Argentina. Si bien en sus inicios su familia nunca pensó que llegaría a ser profesional del fútbol, el ‘Eze’ se crió jugando en la calle, en el barrio con sus amigos. Lo que lo hacía diferente del resto, eso sí, es que desde muy pequeño le gustó competir. «Me metía a jugar con amigos más grandes que me llevaban 4-5 años, no me importaba que me pegaran, ahí me formé el carácter como jugador», afirma.
Empezó jugando en cancha siete, lo que acá conocemos como futbolito, luego llega a cancha once cuando era muy pequeño. Su primer club fue el Unión Álvarez, que estaba ubicado cerca de 40 kilómetros de distancia de donde vivía. En aquel equipo estaría cerca de un año para luego pasar a Coronel Aguirre, un club que se hizo famoso por otro Ezequiel, el «pocho» Lavezzi. Es ahí donde Marcelo Conde lo ve jugar y lo lleva a probarse a Tiro Federal con 15 años, gustándole al entrenador y quedándose allí.
En sus inicios jugaba de volante por la derecha, luego de volante central, hasta que un día faltó un defensor y ocupó ese lugar. Tuvo un gran cometido la primera vez que jugó en esa posición, incluso algunos representantes se le acercaron para llevarlo al extranjero. Eso sí, a Luna no le gustaba mucho jugar en ese puesto, él prefería jugar en el medio; pese a ello, él nunca dejó de hacer sacrificios profesionales. «Yo sabía que los pequeños detalles me iban a llevar a triunfar», asegura.
A los 17 años llega su oportunidad de debutar en la Segunda División del fútbol argentino y se queda en el plantel profesional, y después de unos años tendría también la posibilidad de jugar en Primera División de aquel país.
La llegada
Una historia muy poco conocida para los wanderinos es que el defensa estuvo a muy poco de llegar al equipo de Viña del Mar. «Yo tenía casi todo cerrado con ellos, el tema de Wanderers no había salido (…) me habían dado la palabra de que estaba todo listo y lo primero que hice fue encerrarme a orar. Al otro día me llaman de que se había caído diciendo que firmaron a otro jugador. Yo me mantenía tranquilo, llevaba dos meses sin club, pero sabía que el Señor tenía algo para mí. Al día siguiente Agustín se lesiona y se comunican con mi representante, dije que sí e hice lo mismo que antes, me puse a orar (…) Desde que llegue me sentí querido y uno lo valora mucho, venía por cuatro meses y luego renové un año más y se dio todo para seguir acá, estoy súper contento».
Luna es sincero, sabía nada de Wanderers, más aún, sabía muy poco de equipos chilenos aparte de los que poseen mayor renombre. «Uno cuando está acá se da cuenta de que Wanderers está para otras cosas, es un club grande. Me siento privilegiado de estar aquí (…) uno conoce cómo es el hincha wanderino y cómo ha ido creciendo, el estadio nuevo, la gente. Cualquier jugador va a querer estar aquí, pero tampoco es fácil jugar aquí en Playa Ancha, se vive de otra manera, uno nota lo humilde de la gente acá, gente sufrida que lucha para ver a su equipo conseguir cosas importantes, uno se siente bendecido de estar en un lugar así».
«Yo venía por 4 meses y no sabía si me quedaba. Dios siempre armó todo para que nosotros estemos en el mejor lugar y hoy el mejor lugar es Santiago Wanderers, estoy muy agradecido por todo lo que me ha tocado vivir acá. Como profesional me he sentido que he ido creciendo, mi idea es seguir mejorando y seguir poniendo lo mejor de mí», añade el defensa.
Respecto a eso, mismo el trasandino asume que a pesar de las dificultades que se presentaron inicialmente en su adaptación, ha vivido cosas muy lindas en Wanderers. «Mi familia ha podido venir a visitarme desde Argentina, una cosa es ver cómo es el club por la tele y otra cosa es sentirlo aquí, ver toda la gente, cuando a uno lo reconocen, ellos se siente orgullosos y uno lo disfruta».
La alabada línea de tres
«Con el que más he jugado es con Prieto, nos conocemos muchísimo y sabemos cómo jugar juntos. Cuando llegué Agustín (Parra) estaba lesionado y luego sufrió otra lesión», cuenta cuando le pregunto sobre la alabada línea de tres que presenta Astorga en su planteamiento. Respecto a sus compañeros en la última línea, no escatima elogios; «el ‘Uru’ Prieto es un jugador que te sorprende su manera de jugar, Agustín es un jugador fuerte, rápido (…) la línea de tres que ha planteado Astorga es de centrales rápidos, pero también debemos tener cuidado que en cualquiera que cometamos un error puede salir el gol rival».
Respecto al actual técnico del cuadro caturro, Luna asume que la humildad es esencial en el adiestrador porteño y que si bien habla muy poco, dice las cosas claras: «acá no sólo hay buenos jugadores, antes habían y peleábamos el descenso. Ahora hay un ambiente diferente (…) el ‘profe’ trajo el orden y un esquema de juego. Wanderers hoy va bien pero debemos ir partido a partido, no te puedes confiar. Queda bastante todavía, pero pasa rápido».
Ezequiel es parte de un Wanderers que ha conseguido muy buenos resultados en el torneo local, y cuando se le pregunta cuáles son las fortalezas del cuadro porteño es claro. «Creo yo que este año hay un equipo más humilde, más unido y los refuerzos que han llegado son buenos. Por sobre todas las cosas, el ‘profe’ no es ningún tonto, eligió bien los jugadores (…) Hasta el día de hoy ha funcionado, y uno sabe que mandan son los resultados, pero el fútbol no tiene una lógica, a veces te puedes llevar mal en el grupo y conseguir grandes cosas, pero creo que el plantel está convencido de lo que queremos (…) lo más importante es la humildad y el respeto«.
De dorsales, goles y otras cosas del fútbol
Si bien cuando llegó ocupaba la camiseta número 29, cuando tuvo la oportunidad se quedó con la 19, dorsal que, según nos cuenta, ocupa desde que era un niño. Sin ir más lejos, Luna está de cumpleaños un 19; cuando estuvo en Tenerife también llevó esos dos dígitos en su espalda y es ese su número favorito.
En octubre de 2013, el Eze convertiría su único tanto con la camiseta de Santiago Wanderers. En el césped sintético del Lucio Fariña Fernández, el argentino dejaría varios rivales de Universidad de Concepción atrás para luego marcar lo que sería un golazo. Él lo recuerda entre risas: «estaba muy feliz porque ni yo me creía el gol que había hecho, creo que después salió el gol de la fecha también (…) Sinceramente me pone contento, porque yo no soy un jugador de hacer muchos goles, pero por suerte los goles que me han tocado en mi carrera no son cualquier gol».
Sus más cercanos en el plantel son Gastón Cellerino, Jorge Luna y Agustín Parra, con el que comparte habitación cuando se concentran. «Me gusta pasar tiempo con los más jóvenes, motivarlos, incentivarlos para que vivan de esto, del fútbol, que no es fácil pero que con sacrificio todo se puede», asevera. También con algunos jóvenes del plantel comparten su vida en la religión: «nos juntamos y hablamos del Señor, oramos y buscamos la vida del Señor. Nosotros de religión nunca hablamos, nos referimos a una relación con Dios. Él me cambió la vida».
De admirar a algún jugador, el central afirma que siempre le llamó la atención el juego de Roberto «Ratón» Ayala. «Él fue un referente para nuestra Selección, un tipo con personalidad que ordenaba la defensa, que iba muy bien arriba y te mataba en las pelotas divididas, en los cruces (…) tuve la oportunidad de conocerlo, de poder cambiar camiseta, de charlar un rato. Eso es algo lindo que uno disfruta mientras juega». A pesar de todo eso, asume que le encantaría volver al tiempo para jugar con sus amigos en la calle, ya que a veces no es necesario tener un estadio lleno para disfrutar las cosas.
Una de las bonitas experiencias que ha tenido en el fútbol fue con su excompañero de colegio Lionel Messi, con quien compartió cancha alguna vez en España. Se podría pensar que hablarían de fútbol, pero ambos charlaron sobre las cosas que hacían cuando chicos.
Cuando le hablo de líderes menciona a Ormeño, Gutiérrez, Barriga y Cellerino, pero cuando piensa en un referente en el club, aparte de nuestro capitán actual, se recuerda del gran Moisés Villarroel. «Moisés me ha enseñado mucho, admiraba lo que él hacía, el tipo era el primero en entrenar y hacer cosas aún estando lesionado. Si los jugadores de inferiores lo saben aprovechar y tomar sus consejos van a llegar lejos».
Si le preguntan sobre su manera de jugar, el defensa es más que claro: su forma de juego no la va a negociar; «aunque me saquen amarilla y digan lo que digan (…) porque es finalmente lo que me ha llevado a estar donde estoy. En la cancha, con el balón, las cosas me pueden salir bien o salir mal, porque eso está dentro del fútbol, a veces por la cancha, la pelota, porque diste mal un pase o porque viste el fútbol de otra manera, pero el tema de la agresividad, la contundencia y de ir fuerte a cada disputa eso no lo puedo cambiar«.
Respecto a sus objetivos personales, el trasandino quiere seguir creciendo como jugador y -como todos- volver a Europa, pero sí asume que no quiere pasar desapercibido por el club caturro. «Quiero conseguir algo, ganar algo, quedar en la historia, ganar un campeonato, entrar en Copa Libertadores (…) Wanderers una institución grande, un club que ha sufrido mucho y quiero que me recuerden bien».
Para cerrar le pregunto qué es el Decano para él. Con claridad me afirma que «Wanderers es un club que ha ido marcando mi carrera de a poco, por la gente, los colores y por como es la ciudad. Sé que hace muchos años que el club no consigue grandes cosas (…) nosotros en el día a día nos esforzamos para llegar de la mejor manera posible al fin de semana y partido a partido tratamos de ir sumando para conseguir algo. No tengo más que palabras de agradecimientos para el hincha«.
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