Después de la tormenta sale el sol. Con goles de Barrales y Muñoz el Decano volvió al triunfo frente a la U de Conce en Playa Ancha.  Mediocre partido que nos deja contentos pero no hace olvidar los problemas dentro y fuera de la cancha.

Juan Pablo Enríquez
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Ya iban muchas semanas de rabias y frustraciones, de resultados adversos. No había sido un buen mes de abril en lo deportivo. Perder en Santiago contra los de azul era esperable, la derrota contra el Uní-Uní fue como una puñalada, íbamos con fe a Serena y nos pintaron la cara, dos días después un fallo de la ANFP nos dejaba sin la posibilidad de ganar 3 puntos por secretaría. Pasamos de los play-offs al descenso y encontrar una salida era difícil.

Una esperanza, un partido contra la irregular U. de Conce en nuestra casa, con nuestra gente, con el viento playanchino soplando a nuestro favor. Entre promociones chantas de la dirigencia y la vergüenza del intento de agresión a los jugadores en Mantagua  por parte de barristas con sus facultades mentales perturbadas, nos pasamos la semana, enrabiados, nerviosos, temerosos ante un nuevo fracaso de local. Tal vez se nos olvidó que esto era Santiago Wanderers de Valparaíso, se nos olvidó que nunca ha sido fácil, pero siempre salimos adelante.

Y llegó el día, con ansias llegaba al Playa Ancha de Valparaíso en compañía de una amiga quilpueína a alentar a mi equipo. Esta vez en tribuna andes, luego de muchos años, gracias al favor de un caturro twitero que me cedió su entrada y me permitía tener una vista privilegiada del espectáculo.

Atajaba Reyes, el motivo era incierto, no había consenso en los bares porteños sobre su reaparición. Unos postulaban que Llop se cansó de los errores de Viana, otros que volvía porque la directiva le había levantado el «castigo» luego de firmar su renovación de contrato recordando que en este club el gran DT se llama Ignacio Eguiguren. El resto del equipo no presentaba grandes variantes, las posiciones eran lógicas, más allá de gustos personales no había ninguna sorpresa.

Y empezó el partido, una pichanga donde nadie sabía bien lo que tenía que hacer o no lo querían hacer, un equipo timorato, un par de llegadas tímidas mediante centros que caían del lado izquierdo. Un flojo primer tiempo que terminó entre pifias por parte de la hinchada.

Segundo tiempo, ingresa Pedraza por Opazo para buscar el triunfo. Wanderers sale con otra disposición, había que ganar o ganar ante un equipo penquista que esperaba en su terreno. No fuimos el Barcelona pero metimos a la visita en su área, los ataques aéreos entusiasmaban a la hinchada, el arquero rival se convertía en figura,  y los palos ahogaban el grito de gol. Pero bueno, en algún momento tenía que salir, córner de Pablo López y Barrales mete un cabezazo que le dobla la mano al arquero rival; el mejor de los «refuerzos» gritaba el 1-0 con rabia, había que dejar atrás los malos momentos vividos durante la semana. Alegría en el puerto que se vería aumentada por el infaltable gol del mejor jugador del partido, el mejor jugador del equipo y sin pecar de fanatismo, el mejor jugador del campeonato, Carlos Muñoz ponía el 2-0 y lo celebraba junto a la hinchada. Todo tranquilo, pero esto es Wanderers y parece que si no se sufre no vale, Aceval ponía el 2-1 con un golazo de tiro libre y el nerviosismo volvía. El Wanderers que empezó el segundo tiempo desapareció, un par de llegadas no disimulaban el nerviosismo de los jugadores y los casi 5 mil wanderinos que llegamos a Playa Ancha. El equipo se metió atrás peligrosamente, pero la impericia del rival jugaba a nuestro favor, el flaco Núñez ganaba minutos y Muñoz con López trataban de matar el partido en un contragolpe. Un par de ollazos de la U de Conce, el árbitro pide la pelota y «caso cerrado». Los 3 puntos quedaban en casa y el pueblo wanderino se retiraba feliz al Roma o donde fuera, teníamos derecho a celebrar.
No hicimos un buen partido, no se le pasó por encima a un mal equipo jugando de local y los refuerzos no mostraron nada nuevo. Pero que importa, porque cuando se gana, la sonrisa dura una semana y no nos la quita nadie.